domingo, 5 de septiembre de 2010



IDENTIDAD: ¿QUIÉN SOY Y HACIA DÓNDE ME DIRIJO?

El desarrollo del sí mismo adquiere algunas importantes dimensiones adicionales durante la adolescencia, ese periodo que comienza alrededor de los 12 y que termina entre los 18 y los 20 años de edad. Se trata de un periodo marcado por una capacidad cognitiva cada vez mayor, ya que quienes piensan en términos concretos pueden manejar ahora las abstracciones del pensamiento formal. Es un lapso de transición de la niñez a la edad adulta, y de la dependencia a la independencia, cuando se espera que el individuo tome decisiones al menos tentativas en cuanto a elección ocupacional y rumbo a futuro. Es un periodo marcado por un movimiento creciente hacia el "abandono del hogar" tanto física como psicológicamente. Durante la adolescencia, surgen los primeros atisbos de un sí mismo adulto más verdadero, interesado en los roles y las responsabilidades de los adultos.


Estos nuevos aspectos del sí mismo ejercerán una influencia predominante en cada aspecto de la vida adulta, ya que orientarán las elecciones y dirigirán las acciones y, al mismo tiempo, definirán y darán propósito y sentido, o ausencia de éstos, a las cosas. Se considera que este periodo de transición, como todos los de esta índole, es un lapso de oportunidades y peligros, es un espacio en el cual el desarrollo puede proceder en una dirección positiva o negativa, es un tiempo de exploración y experimentación, en otras palabras, es un periodo de "crisis", (se emplea la palabra crisis, en el sentido que le daban originalmente los griegos, para denotar "un momento decisivo".) De hecho, en las investigaciones realizadas por Haan, Millsap y Hartka (1986), se ha encontrado una mayor inestabilidad en la personalidad durante la transición de la adolescencia tardía a la adultez temprana que en cualquier otro momento del ciclo vital. Éste es realmente un periodo importante y formativo en el desarrollo del sí mismo.






Formación de la identidad: Modelo de Marcia sobre el desarrollo de la Identidad



Marcia describe cuatro estados de identidad, o resultados de afrontar y resolver el problema de la identidad: difusión, hipoteca, moratoria y consecución de ella. Es posible considerar a dichos estados como evoluciones del desarrollo y, así, el primero representa la resolución menos madura y el último, el resultado más maduro y deseado. Cuando uno pasa por la transición hacia la edad adulta, el sentido de identidad se fortalece, pues se exploran cada vez más opciones, mismas que son descartadas como inadecuadas o mantenidas (Waterman, 1982).


Se emplean dos criterios a fin de evaluar el estado de identidad de un individuo, valorados mediante una entrevista semiestructurada que dura alrededor de 30 minutos. El primero es crisis: la exploración activa que el adolescente hace de las opciones. Se trata normalmente de un periodo marcado por la confusión, la ansiedad, la falta de congruencia y una búsqueda activa de trabajar los conflictos en búsqueda de una definición unificada del sí mismo. La segunda variable es el compromiso: el grado de inversión personal que el adolescente pone en las elecciones que hace.


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